18 mayo, 2011

Depresión en Occidente

En respuesta a este marasmo, sale a la luz la nueva y desternillante novela de este benefactor, amigo tenaz de los "pobres de espíritu”.
La trama no discurre en un lugar fijo, al contrario, los lugares comunes y encorsetados por la más antigua y denostada tradición son evitados con sibilina actitud lupina. Habrá en cambio lugar más que suficiente para el descubrimiento, el renacer de bellos y esperanzadores paisajes, momentos de encuentro entre el peregrino lector y el escritor, fugitivo de sí mismo.
Da comienzo así por tanto esta historia,

Ya que mucho se ha escrito... y tras tres puntos llamados suspensivos, que sin lugar a dudas mantendrán el suspense durante una fracción de tiempo claramente limitada por las escasas posibilidades de mantener la atención de todo ser pensante, haré una breve pausa, ya que conducíame yo, dirigíame con ejemplar decisión a pedalear armoniosamente y ayudado por los vientos alisios, siempre a favor si te diriges hacia el sur, al lugar en el que todos excepto yo piensan que trabajo, para una vez allí recoger los escritos que siguen acerca de lo mucho que hay escrito cuando, sin haberme percatado con anterioridad, percibí desde la parte alta de la antigua y oscura escalera que hasta allí descendía, que el velocípedo plegable que solía encontrarse semi abandonado en el piso primero o bajo según su correcta acepción, se encontraba desaparecido, vamos que había sido usurpado no se sabe si contra su inerte voluntad, por algún alma poco caritativa que sin haberlo imaginado, no cayó en la cuenta de que sería un elemento indispensable para que esta historia, que cierto es, sin previo aviso comenzó, siguiera su camino, no sin antes haber reflexionado extensamente sobre lo mucho que se ha dicho en palabras y lo mucho a su vez que éstas no han sido escuchadas, a sabiendas de que otro tanto o más se ha expresado con gestos o subgestos, tan propios de la especie humana. En este brevísimo intervalo, y digo brevísimo porque inconsciente e inmediatamente lo he comparado con la duración de toda una vida, si bien afortunada, se da pie a nuevas posibilidades antes no existentes. La indefectible expresión que se asoma a esta mi inexperta mente es la de aquel lluvioso día en que, ensimismado con las múltiples posibilidades que la vida suele ofrecer a cada nuevo paso es la de que nunca, es decir, casi nunca sabe uno o se podrá imaginar siquiera lo que sucederá a continuación ya que no sabemos lo que nos espera más allá de cada acción nuestra. Cada segundo que pasa es como una puerta que se abre para dejar entrar lo que todavía no ha sucedido. Es, el futuro, un inmenso vacío que deberemos rellenar convenientemente. Esta es, sin lugar a dudas una somera aunque suficiente explicación que viene a responder a los entresijos sobre los que se asienta la confusa mente de los hombres, a menudo entretenidos en actividades diversas y muy diferentes a la que actualmente podemos atestiguar de viva voz, el que escribe, o de viva vista el que lee. (continuará..)

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